Hay tres maneras de examinar la tarea de los gobernantes: por lo que ellos dicen -y los ciudadanos tienen que aplicar el sentido común para creerles o no-; por los comentarios o las quejas de quienes son beneficiarios o víctimas de esa tarea; y por el ojo supuestamente imparcial de los especialistas o de los científicos. Estas tres premisas marcan la percepción de la comunidad con respecto a las obras públicas, cuya concepción, diseño, costo y ejecución desconoce. Los hechos inmediatos y después los efectos en el tiempo terminan de definir las buenas razones y la forma en que se llevaron a cabo esas tareas.
Algo de esto se vio esta semana. La difusión de un Mapa del Arsénico Nacional elaborado por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires hizo saltar esa especie de calma chicha que viven las autoridades del agua en Tucumán. El informe, que es un testeo que se hizo a nivel nacional con consultas a pobladores para saber cómo es el agua que consumen, daba zonas de cierto riesgo en Leales y en Graneros. Dice que en el país hay 4 millones de personas que podrían estar consumiendo agua con valores superiores a los permitidos en arsénico.
Líquido de calidad
El titular de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), Marcelo Caponio, convocó a conferencia de prensa en el acto. Dijo desconocer a esa institución de Buenos Aires, sugirió que se hizo ese estudio en un contexto político vinculado con AYSA -la empresa de agua de Buenos Aires- y puso énfasis en que el agua que provee la SAT tiene calidad y está sometida a controles periódicos y bajo los protocolos que corresponden. Recordó, además, que frente al problema del arsenicismo en zonas del este y el sur tucumano en 2011 se hicieron 83 pozos profundos con la Corporación andina de Fomento (CAF) para dar garantías a la población de que ese líquido que iban a consumir era de calidad cuidada.
En efecto, desde ese tiempo no hubo muchas novedades sobre personas afectadas por males derivados del arsénico. En 2011 una producción de LA GACETA que hizo Miguel Velárdez en el pueblo llamado Las Ánimas (Graneros) contaba del drama de los pobladores, enfocado en el vecino Cenobio González, que padecía hidroarsenicismo. En 2016 LA GACETA volvió al lugar (“Arsénico, un enemigo silencioso que sale a la superficie”, 10/05/|16). Los pobladores le contaron al periodista que en 2013 se había hecho un pozo pero no funcionaba. “ ‘El nuevo pozo tiene tanto arsénico que ni las cabras quieren tomar agua de ahí’ dijo el ex delegado comunal Gustavo Champa”. Los vecinos contaron que bebían agua de un pozo comunitario hecho por ellos.
Villa Chicligasta
Luego, en 2020, se mencionó el drama en Villa Chicligasta, donde los vecinos se quejaban del agua contaminada. “Es algo que aún no se logró superar pese a que tenemos un pozo de más de 280 metros de profundidad”, dijo el entonces delegado Mario Castro. En ese entonces se contó que en realidad no se habían terminado de hacer los pozos de la CAF, sino sólo unos 64, por problemas de entrega de los fondos. Investigadores del Conicet hacían estudios de 47 pozos en esos momentos.
Después en Tucumán casi no se habló del tema hasta ahora que salió este informe del Instituto Tecnológico de Buenos Aires, que destacó que el mayor riesgo aparece en perforaciones particulares y pozos que quedan fuera de los controles oficiales y cuya calidad varía según la profundidad de la napa.
Por otra parte, los expertos consultados explicaron que el arsénico se encuentra habitualmente en ciertos sectores y en napas altas. Por ello los pobladores que tienen pozos domésticos de 60 metros de profundidad estarían en riesgo. Esa gente no consume agua de la red pública. ¿Cuántas personas son? Se desconoce. La SAT, explicó Caponio, no abarca toda la provincia. En el interior está el Sepapys y los pozos familiares en el campo no son administrados ni controlados por nadie. Tampoco se sabe de la gente que bebe agua de los ríos.
Gustavo Mahmud, de la Fundación Ecológica Ave Fénix, recuerda que una vez, desconfiando de la Minera Alumbrera, hicieron que se tomen muestras del agua en 10 pozos de Concepción pero no había presencia de arsénico. Y hacia 2008 pidieron que la Justicia ordenara muestras del agua del arroyo Matazambi, que bebían pobladores muy pobres, y que sí había algo de arsénico. A Mahmud le llama la atención que no se mencione Villa Chicligasta en el informe del ITBA.
Pero esas historias se apagaron junto con el funcionamiento de los pozos del este. Ahora dos expertos -el doctor en Geología Jorge García y la ingeniera química Natalia Chebaia- confirmaron que el arsénico no genera problema en las napas profundas.
Muchas perforaciones profundas
Ahora los pozos que se hacen en general son superiores a los 150 metros, dijo Caponio, que ya cuenta 47 perforaciones en los últimos dos años por toda la provincia. Destacó que en La Madrid se hizo uno de 300 metros y también hizo notar que en zonas capitalinas donde hubo reclamos durante años por falta de agua, como el barrio El Bosque (se hicieron cuatro pozos en el área) ahora los pobladores están callados. De hecho tampoco hay inquietudes en sectores de Yerba Buena como El Corte.
Caponio afirmó que todo esto ocurre a pesar de que hasta ayer llevaban 45 días de sequía y que el nivel del Cadillal era bajísimo -estaba en la cota 590, por lo que ya se había suspendido el suministro de agua para la industria-. El titular de la SAT destacó que las mejoras que se han hecho en el acueducto de Anfama, las reparaciones e el viejo acueducto de Vipos, y el hecho de que funcione la balsa La Niña -toma agua superficial del embalse y la oxigena para que tenga calidad- no se ha cortado el suministro para la gente. Más los pozos profundos, hechos, dijo, con el cuidado de que se les pongan camisas de cemento para evitar la contaminación de las napas más superficiales.
Datos que faltan
¿Está aventado el riesgo del arsénico en Tucumán? Parece que las cosas van en esa dirección. Aunque la ingeniera Chebaia dijo que no están claras las cosas porque el mismo Instituto Tecnológico no ha diferenciado en su informe las formas predominantes del arsénico en el agua, datos que son “fundamentales para evaluar el peligro real y definir cómo tratarlo”. Con lo cual hay dudas sobre el mismo estudio de ese Mapa del Arsénico.
Pero tampoco aparecieron en la conferencia de prensa del martes responsables de la Dirección Provincial del Agua para explicar qué pasa con el área que no depende de la SAT, sino del Sepapys; ni gente del Siprosa, para informar si hay casos de hidroarsenicismo anuales y cómo evolucionaron desde que se excavaron los pozos de la CAF. Tampoco los periodistas hemos vuelto a Las Ánimas para ver cómo están esas poblaciones perdidas en la geografía provincial.
Esa información está a oscuras. Mientras no haya escándalo y mientras no haya certezas con datos profesionales, la gente tendrá que escuchar la palabra oficial y aplicar el sentido común. A beber agua tranquilos, pero sólo de red.